Yo me llamo Ali Itzayana me dedico ha estudiar la preparatoria soy muy onesta e impulsiva me gusta leer aunque solo temas de mi interes,alir con mis amigos y estar en la compu.
Arte
Es una orma de onocimiento.
Un medio de comunicacion con el artista que expresa imagenes de la realidad fisica,jumana y espiritual.
Componentes individuales:1.individuales
2.sociales
3.intelectuales
4.tecnicos,nateriales,etc.
Un medio de comunicacion con el artista que expresa imagenes de la realidad fisica,jumana y espiritual.
Componentes individuales:1.individuales
2.sociales
3.intelectuales
4.tecnicos,nateriales,etc.
domingo, 5 de diciembre de 2010
poema de conde lozano
Pensativo está Rodrigo
viéndose de pocos años,
para vengar a su padre
matando al Conde Lozano.
Miraba al bando enemigo
del poderoso contrario,
que tenía en las montañas
mil amigos asturianos.
Mas todo le parece poco
respecto de aquel agravio,
el primero que se hizo
al nombre de Lain Calvo.
Al cielo pide Justicia,
a la tierra pide campo,
al viejo padre licencia,
y a la honra esfuerzo y brazo.
No cuida de su niñez;
que en naciendo es acostumbrado
morir por casos de honra
el valiente hijo de hidalgo.
Descolgó una espada vieja
de Mudarra, el castellano,
que estaba vieja y mohosa
por la muerte de su amo;
y pensando que ella sola
bastaba para el descargo,
antes que se le ciñera,
así le dice turbado:
- Sabe tú, valiente espada,
que es de Mudarra mi brazo
y que con su brazo riñes,
porque suyo es el agravio.
Tan fuerte como tu acero
me verás en el campo armado
tan bueno como el primero
segundo dueño has cobrado,
y cuando alguno te venza,
del torpe hecho enajenado,
hasta la cruz en mi pecho
te esconderé muy airado.
Vamos al campo que es hora
de dar al conde Lozano
el castigo que merece
tan infame lengua y mano.
viéndose de pocos años,
para vengar a su padre
matando al Conde Lozano.
Miraba al bando enemigo
del poderoso contrario,
que tenía en las montañas
mil amigos asturianos.
Mas todo le parece poco
respecto de aquel agravio,
el primero que se hizo
al nombre de Lain Calvo.
Al cielo pide Justicia,
a la tierra pide campo,
al viejo padre licencia,
y a la honra esfuerzo y brazo.
No cuida de su niñez;
que en naciendo es acostumbrado
morir por casos de honra
el valiente hijo de hidalgo.
Descolgó una espada vieja
de Mudarra, el castellano,
que estaba vieja y mohosa
por la muerte de su amo;
y pensando que ella sola
bastaba para el descargo,
antes que se le ciñera,
así le dice turbado:
- Sabe tú, valiente espada,
que es de Mudarra mi brazo
y que con su brazo riñes,
porque suyo es el agravio.
Tan fuerte como tu acero
me verás en el campo armado
tan bueno como el primero
segundo dueño has cobrado,
y cuando alguno te venza,
del torpe hecho enajenado,
hasta la cruz en mi pecho
te esconderé muy airado.
Vamos al campo que es hora
de dar al conde Lozano
el castigo que merece
tan infame lengua y mano.
Lope de Vega- ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, 5
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana, 10
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos --respondía--,
para lo mismo responder mañana!
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, 5
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana, 10
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos --respondía--,
para lo mismo responder mañana!
poema volveran las obscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala en sus cristales
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
Esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez en la tarde, aún más hermosas
sus flores se abrirán;
pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
Esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate...
¡Así no te querrán!
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala en sus cristales
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
Esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez en la tarde, aún más hermosas
sus flores se abrirán;
pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
Esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate...
¡Así no te querrán!
soneto de Gongora Y Argote
Donde las altas ruedas
con silencio se mueven,
y a gemir no se atreven
las verdes sonorosas alamedas,
por no hacer ruïdo
al Betis, que entre juncias va dormido;
sobre un peñasco roto,
al tronco recostado
de un fresno levantado,
que escogió entre los árboles del soto
porque su sombra es flores,
su dulce fruto dulces ruiseñores,
Coridón se quejaba
de la ausencia importuna
al rayo de la Luna,
que al perezoso río le hurtaba,
mientras que él no lo siente,
espejos claros de cristal luciente.
«Injusto Amor -decía-,
pues permites que muera
en extraña ribera
(que por extraña tengo ya la mía),
válganme contra ausencia
esperanzas armadas de paciencia.»
con silencio se mueven,
y a gemir no se atreven
las verdes sonorosas alamedas,
por no hacer ruïdo
al Betis, que entre juncias va dormido;
sobre un peñasco roto,
al tronco recostado
de un fresno levantado,
que escogió entre los árboles del soto
porque su sombra es flores,
su dulce fruto dulces ruiseñores,
Coridón se quejaba
de la ausencia importuna
al rayo de la Luna,
que al perezoso río le hurtaba,
mientras que él no lo siente,
espejos claros de cristal luciente.
«Injusto Amor -decía-,
pues permites que muera
en extraña ribera
(que por extraña tengo ya la mía),
válganme contra ausencia
esperanzas armadas de paciencia.»
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